«Hablamos de música, de la muerte y de Facebook, yo les hablé de Madrid y contesté varias veces a la pregunta de si estaba casada. Horas después, me preguntaron si había bares en Madrid y yo, de forma inesperada, rompí a llorar porque claro que había bares en Madrid, que ellos no podrían disfrutar jamás. Más tarde, Arnau me reprocharía entre risas que, a pesar de que me contaran que habían matado a su familia delante de ellos, que no tenían nada, que escapaban de la muerte, a mí lo que me conmovió realmente fue pensar que nunca podrían entrar en los bares que yo frecuento con naturalidad»
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